Hay una frase que escribió Luis Diego Cuscoy en su libro Los guanches: El primitivo habitante de Tenerife, que para algunos, siempre que la oímos no deja de producirnos un cierto desasosiego, como un malestar íntimo, imperecedero, dice algo así como, no es textual “…lo que caracteriza al guanche es el silencio, en silencio la llegada y en silencio su final”.
Claro que esto lo dijo Cuscoy al hablar de las múltiples interrogantes que aún hoy habrá que explicar sobre la historia de Canarias.
Este es un paradigma, del silencio vivencial, fundamental para entender Canarias.
Pero ¿y si con silencio marcamos ese borrón en la historia de Canarias de manera tan definitiva? ¿cómo es que seguimos hablando de los guanches? ¿qué necesidad tiene este pueblo de que sigan vivos en su imaginario colectivo, más de quinientos años después de su “extinción”?
Cuando el canario quiere respirar lo genuino, imagina y se remonta a nuestra propia historia, a ese pasado. Recuerda a aquellos que fueron lo que nosotros no somos. Protagonistas de sus vidas como colectividad.
Los “guanches” hoy como ayer, son actores secundarios en una obra escrita por la oficialidad del poder y sus instituciones. Independientemente del color de las banderas que haya ondeado desde hace quinientos años para acá en algún edificio; de la morada del Pendón y de Castilla, a la franja también morada de las Repúblicas, hasta ese azul tan oscuro de la autonómica, hermana melliza de la rojigualda.
Y si aquellos para esta historiografía son actores secundarios ¿quiénes son los protagonistas? Seguramente esos señores de apellidos compuestos…
¿Y nosotros? ¿y los canarios hoy? ¿somos simples actores de reparto en esta historia?
Le otorgamos al guanche, al canario precolonial, todos los atributos que nos faltan; el valor, la dignidad, esa melancolía como expresión del respeto. A nuestros ojos nos resultan hasta más altos y fuertes que nosotros mismos.
Pero no nos resignamos al silencio y que para nosotros esa sea la medida de nuestras palabras.
Nos parece interesante la cita que encontramos en el libro “Mañana será mejor” memorias autobiográficas de Carlos Suárez “El Látigo Negro”, lectura que recomendamos.
…Y es que como dice Davies hablando del nacionalismo galés: “En ausencia de un Estado, la identidad nacional puede encontrarse en otras partes; en la percepción de una genealogía común de un pueblo, en una creencia compartida en una particular versión de la mitología histórica y de la profecía, en una ligación emocional a los límites geográficos de un país, en una conciencia intensa de sus particularidades y costumbres comunes, en la ansia de una perspectiva de un gobierno unitario, en la dicotomía “nosotros-ellos” para expresarle distinción entre nativos y extranjeros”
El compromiso de gran parte de nuestra sociedad para consigo misma es claro, a pesar de los matices. Que para soñar no haga falta mirar al pasado. Nos reconocemos a nosotros mismos, sabemos quiénes somos y de dónde venimos, tenemos nuestra propia historia y hemos aprendido a escribirla… la ilusión la cultivamos imaginando el futuro.
Este es un paradigma, del silencio vivencial, fundamental para entender Canarias.
Pero ¿y si con silencio marcamos ese borrón en la historia de Canarias de manera tan definitiva? ¿cómo es que seguimos hablando de los guanches? ¿qué necesidad tiene este pueblo de que sigan vivos en su imaginario colectivo, más de quinientos años después de su “extinción”?
Cuando el canario quiere respirar lo genuino, imagina y se remonta a nuestra propia historia, a ese pasado. Recuerda a aquellos que fueron lo que nosotros no somos. Protagonistas de sus vidas como colectividad.
Los “guanches” hoy como ayer, son actores secundarios en una obra escrita por la oficialidad del poder y sus instituciones. Independientemente del color de las banderas que haya ondeado desde hace quinientos años para acá en algún edificio; de la morada del Pendón y de Castilla, a la franja también morada de las Repúblicas, hasta ese azul tan oscuro de la autonómica, hermana melliza de la rojigualda.
Y si aquellos para esta historiografía son actores secundarios ¿quiénes son los protagonistas? Seguramente esos señores de apellidos compuestos…
¿Y nosotros? ¿y los canarios hoy? ¿somos simples actores de reparto en esta historia?
Le otorgamos al guanche, al canario precolonial, todos los atributos que nos faltan; el valor, la dignidad, esa melancolía como expresión del respeto. A nuestros ojos nos resultan hasta más altos y fuertes que nosotros mismos.
Pero no nos resignamos al silencio y que para nosotros esa sea la medida de nuestras palabras.
Nos parece interesante la cita que encontramos en el libro “Mañana será mejor” memorias autobiográficas de Carlos Suárez “El Látigo Negro”, lectura que recomendamos.
…Y es que como dice Davies hablando del nacionalismo galés: “En ausencia de un Estado, la identidad nacional puede encontrarse en otras partes; en la percepción de una genealogía común de un pueblo, en una creencia compartida en una particular versión de la mitología histórica y de la profecía, en una ligación emocional a los límites geográficos de un país, en una conciencia intensa de sus particularidades y costumbres comunes, en la ansia de una perspectiva de un gobierno unitario, en la dicotomía “nosotros-ellos” para expresarle distinción entre nativos y extranjeros”
El compromiso de gran parte de nuestra sociedad para consigo misma es claro, a pesar de los matices. Que para soñar no haga falta mirar al pasado. Nos reconocemos a nosotros mismos, sabemos quiénes somos y de dónde venimos, tenemos nuestra propia historia y hemos aprendido a escribirla… la ilusión la cultivamos imaginando el futuro.
Recordamos que las opiniones que recogemos en las entrevistas son propiedad de quienes las afirman y nunca de este Proyecto-Blog Nacionalistas Canarios.